Benditos votantes

En la política actual la responsabilidad personal de los votantes es tema tabú, tanto que el concepto ha hecho mutis por el foro; por el mero hecho de serlo son, buenos, sabios y no se equivocan nunca.

Hace tiempo algún político, al hablar de los problemas y sus causas, de vez en cuando mencionaba la responsabilidad personal de los ciudadanos. Hoy que alguno indique que las calles están sucias porque hay gente guarra e incívica es impensable. La culpa siempre la tiene la mala gestión del oponente, la escasez de recursos, la ineficacia de la contrata de limpieza o la ausencia de vigilancia. Todos son responsables menos quienes usan el espacio público a su antojo. Aquellos que tiran papeles al suelo, abandonan colchones y otros enseres en la calle u orinan en las paredes nada tienen que ver. Carecen de la misma responsabilidad que quienes pintarrajean los edificios, vocean en las terrazas, pedalean por las aceras, o estacionan donde les place cuando no doblegando un árbol recién plantado.

Curioso que, en tiempos en los que el señalamiento vejatorio, incluso violento, por razones ideológicas de líderes y parentelas está a la orden del día, sea asunto tabú afear conductas incívicas básicas. Será que los políticos, más que ver a los vecinos como ciudadanos, con derechos y obligaciones, les consideran votantes y, como tales, inimputables de cualquier falta o error. Hemos llegado a un punto tal de negación de la responsabilidad personal que prácticamente todas las soluciones que se proponen pasan por disponer de más recursos para prestar más servicios. El hecho de que la conducta de los usuarios tenga alguna influencia en la calidad de los servicios públicos ni siquiera se contempla; ¿para qué?, los benditos votantes lo merecen todo y más.

Si quizás en materia de limpieza viaria y de movilidad las conductas incívicas son las más evidentes, son muchos los ámbitos en los que no pocos benditos votantes acostumbran a saltarse normas de convivencia. Entre las causas de los problemas que aquejan a sectores como la sanidad o la educación, por poner un ejemplo, de las relativas a conductas personales y el uso inadecuado que se hace de esos servicios públicos por parte de los ciudadanos apenas se habla y menos aún se reprocha. Lo mismo sucede en el ámbito laboral donde la no escasa picaresca, por decirlo suavemente, en temas como las prestaciones por desempleo o el absentismo laboral son cuestiones aparentemente desconocidas para los políticos cuando se dirigen a los votantes.

No reprobar conductas inaceptables cuyo impacto en la convivencia y la economía es indudable, se ha asentado tanto entre la clase política como no explicar lo que realmente cuestan los servicios. Actúan frente al votante como si fuese menor de edad; no vaya a ser que se ofenda. Le prometerán lo indecible, todo lo que crean está deseando escuchar, pero pedirle que se comporte con civismo y arrime el hombro criticando a quién no lo hace, eso ni soñarlo.

Es grave error político no reivindicar la responsabilidad personal en todas las facetas de la vida. Primero porque toda la pedagogía que se pudiera hacer al respecto redundaría en beneficio del conjunto del país, mientras que tratando a todos por igual la falta de civismo lejos de corregirse se alienta. En segundo lugar por cuanto los votantes más cívicos además de ser mayoría agradecerían les tratasen con más respeto. Queda muy bien hablar del enorme esfuerzo realizado por los españoles, pero quedaría mejor animar a los menos esforzados a ser más responsables.

2 comentarios sobre “Benditos votantes

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