Más que campo

El medio rural es demasiado importante como para que los urbanitas no le presten la debida atención. Contemplarlo con indiferencia es ignorar nuestras raíces y el bienestar vital que nos ofrece.

Quizás haya sido San Isidro labrador quien me haya animado a escribir estas líneas, pero la manifestación que SOS Rural protagonizó el pasado 14 de mayo en Madrid ha tenido mucho que ver. Junto a las centenares y muy diversas asociaciones expresando justamente los agravios que sufren y reivindicando los valores del medio rural, observé un gran vacío que me dio qué pensar. Dejando a un lado los no pocos transeúntes que miraban y aplaudían, eché en falta la presencia, sino masiva al menos numerosa, de vecinos de Madrid. Los mismos que acuden a tantas convocatorias sobre temas que entienden les afectan, en esta ocasión apenas se dieron por aludidos.

No es de extrañar que uno de los lemas de SOS Rural sea “Descubre y protege tu tierra”. La progresiva desconexión que se ha ido produciendo durante décadas entre el mundo urbano y el rural no sólo ha alimentado los problemas que sufre el campo; ha llevado a que muchos urbanitas desconozcan esta realidad y les resulte indiferente.

Para no pocos el medio rural tiene tintes nostálgicos, algo del pasado, mientras otros lo perciben de manera superficial e idealizada. Pero la visión más dañina es la de quienes, despreciando a los pobres paletos, henchidos de superioridad se consideran llamados a redimirles de sus hábitos atrasados por el bien del planeta. Suelen ser los mismos que, a la par de defender a ultranza culturas indigenistas oprimidas, quieren acabar con los usos y costumbres tradicionales en España, imponiendo ideologías woke progresistas.  Que en el campo se cometen tropelías es innegable, como en las ciudades, pero de ahí a tratar a las personas del medio rural como ciudadanos de tercera va un trecho inaceptable.

No obstante, entre tan variadas perspectivas, cabe suponer que la mayoría de los urbanitas lo que tienen es un conocimiento muy limitado, casi de fin de semana, de lo que es y supone para ellos el medio rural. Por lo que se ve, no parecen haber tomado conciencia de que el campo es mucho más que ese lugar donde acudir unos días para disfrutar. Saben que es el proveedor de sus alimentos, pero de aquella manera, y por ello, ni siquiera razón de tanto peso les motiva a interesarse seriamente por los gravísimos problemas que aquejan al campo.

Al ignorar o no querer dar relevancia a la crisis del medio rural, la mayoría de urbanitas parecen no ser conscientes de que ese 15% de españoles que custodia, directa o indirectamente, el 85% del territorio, son vitales para ellos y para el conjunto del país. Además del valor productivo y social con que contribuye el campo, que ya es mucho, deberían tener más conciencia de que en él reside nuestra identidad y gran parte de nuestro bienestar. Porque, además de ser nuestra despensa, el campo aporta mucho más; atesora y mantiene vivo un inmenso patrimonio cultural, material e inmaterial, enraizándonos con nuestra historia, conserva elementos vitales como el aire limpio, la cantidad y calidad de suelo, agua y biodiversidad, y reduce el impacto de peligros naturales. Ello sin mencionar la riqueza de sus paisajes para el deleite y la salud de todos, particularmente los urbanitas, y los enormes recursos turísticos que ofrece.

Si al contemplar esos paisajes, que hacen de España un país privilegiado, pensásemos en quienes habitan sus pueblos y aldeas cercanas, comprenderíamos lo mucho que les debemos. Quizás entenderíamos que, para conservar patrimonio tan rico y esencial como el campo español, no basta con lamentarnos del éxodo rural y de la España vacía. Si en los últimos cuarenta años nos hemos empobrecido todos con el abandono de más de cuatro millones de hectáreas de tierras de cultivo, no cabe pensar que la suerte está echada y que no tiene solución. Es imperativo que la tenga y pasa por otorgar al medio rural cuando menos la misma importancia que al medio urbano. Lo que seguro no soluciona nada son iniciativas esencialmente urbanitas, como ocupar enormes extensiones con plantas fotovoltaicas o molinos eólicos que, para beneficiar con “energía verde” a quién más la consume, industria y ciudades, degrada paisajes, expectativas y modos de vida del medio rural.

Sin un campo vivo y próspero la calidad de vida de las ciudades se degradará y sin un mundo urbano que tome conciencia de lo que está en juego, para mal de todos, el campo, con todas sus riquezas, a duras penas sobrevivirá.

3 comentarios sobre “Más que campo

  1. Cada día la brecha de las ciudades con el campo se hace más grande. Cada vez se entiende menos al campo…y es un problema. No todo son grandes titulares pero visitar el medio rural con otros ojos no estaría mal.
    Son básicos para muchas cosas…no son un problema…pueden ser la solución, ahora bien también tendrán que acercarse a los núcleos de decisión…para explicar y recibir toda la información, la buena y la que a veces no gusta …

    Me gusta

Replica a javierrubiodeurquiasic Cancelar la respuesta