Las ideas que sólo se sostienen sofocando la razón, hoy tan extendidas, engendran disparates, avasallan a quienes las sufren y convierten en opresores a sus promotores.
En un sillón un hombre dormita con la cabeza entre sus brazos apoyados en una mesa sobre la que hay lápices y papeles. A su alrededor aparecen inquietantes animales nocturnos de mal presagio. Búhos posados a su lado le observan, uno le ofrece una pluma a la par que una bandada de murciélagos se cierne sobre él como en una pesadilla y un hierático felino tumbado en el suelo escudriña la escena con ojos absortos. Quizás con la misma mirada de todo aquél que se detiene a observar el aguafuerte de Goya de 1799 cuyo título “El sueño de la razón produce monstruos” figura en la misma estampa.
Aún cuando la riqueza simbólica de este autorretrato anímico de Goya, uno de los grabados más complejos de la serie “Los Caprichos”, ha ofrecido a los expertos lecturas diversas, el mensaje que encierra y que el autor resaltó con grandes letras en el lateral de la mesa de trabajo es claro. Se trata de una advertencia de lo que sucede cuando los hombres no oyen el grito de la razón. Al abandonar la razón todo se torna en visiones, aflorando sentimientos irracionales que devienen en monstruosidades.
Si Goya viviese, su asombro superaría el pasmo de la mirada del felino de su grabado. Aquel peligro del que alertada se ha manifestado sobrepasando sus peores sueños. Los visionarios de hoy, habiendo abandonado la razón si es que alguna vez la conocieron, llevan años afanándose en recrear el mundo a la imagen y semejanza de sus torcidas ideas, engendrando los más diversos y nocivos disparates. Quienes creyeron que les bastaría con difundir su posverdad o que se trataba sólo de cortinas de humo, erraron gravemente. Desconocían que la irracionalidad cabalgando a lomos de la soberbia y el ansia de poder no sabe de límites. No imaginaban la profundidad de las simas a las que estos fanatizados constructores de un mundo feliz están dispuestos a precipitarnos.
Los mismos que hoy siguen empeñados en mirar para otro lado o banalizan los males que acarrea el abandono de la razón, gustan ignorar que los lacayos de la irracionalidad, para proseguir su funesta obra, no dudarán en acallar y reprimir a todo aquel que ose disipar sus negras ensoñaciones. Porque los visionarios de un nuevo orden mundial poblado de nuevos seres humanos o transhumanos dóciles y obedientes, saben que ya no basta con distorsionar la realidad primando las emociones y creencias personales frente a los hechos objetivos. La posverdad es sólo un medio para hacer ingeniería social moldeando la opinión pública. Ahora toca imponer sus aberrantes dogmas a toda costa. Primero “reseteando” todo: la historia, los principios y derechos, el orden económico y social, las costumbres y hasta las personas. Seguidamente, prohibiendo y, si preciso, criminalizando y penalizando a los disidentes.
Cierto es que la política de la posverdad ha tenido notable éxito propiciando el arraigo de mentiras emotivas y de la manipulación. Lo señaló el dramaturgo Steve Tesich, padre del término “post-truth”: “Lamento que nosotros, como pueblo libre, hayamos decidido libremente vivir en un mundo en donde reina la posverdad.” Muestra palpable es que los debates sobre cuestiones cruciales inherentes a la vida humana apenas se enmarcan en datos y hechos objetivos, sino en emociones. La veracidad ha pasado a ocupar un lugar secundario; si una idea emociona, que tenga apariencia de verdad es más importante que la propia verdad. Pero con lo que no contaba la progresía visionaria era con la resistencia de personas irreductibles que se niegan a someterse a la posverdad. Ante tanto disparate, poco a poco , van creciendo en número y firmeza los que antes que “resilientes” prefieren ser resistentes.
El creciente sonido de sus voces ha encendido las señales de alarma. ¡Son peligrosos antidemócratas! claman quienes desde su autoritaria irracionalidad creen que ellos encarnan la democracia. Todo el que se oponga, quien prefiera otras opciones, el que vote a partidos que no defiendan sus dogmas, son peligrosos. Por ello han encaminado sus esfuerzos a reprimir la rebelión. Y para ello emplean todos sus muchos recursos; desacreditando y difamando a través de los medios de comunicación, censurando, discriminando, instrumentando sentimientos y leyes, amenazando, penalizando, restringiendo la libertad y diluyendo el estado de derecho.
Todo vale para hacer realidad sus ensoñaciones huérfanas de razón e imponer los monstruos que engendran. Verbalizar lo que se piensa ya es arriesgado cuando no ilegal y a poco que nos descuidemos el adoctrinamiento en que quieren convertir la educación hará que pensar sea una rareza. Porque de lo que se trata es de arrancar de raíz el más eficaz antídoto de sus siniestras visiones aboliendo la razón, pero no lo conseguirán.

¡Qué cierto Javier
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Gracias María. Hace falta estar muy ciego o sencillamente u optar por no pensar para no verlo. Abrazo.
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Ethos contra logos.
Voluntad contra razón.
Un acierto de artículo.
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Gracias Manuel. Así es cada día prenden más en la sociedad conductas y actitudes del todo irracionales. Aunque lo de la voluntad contra la razón no lo he terminado de entender. Abrazo.
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Excelente escena!!
El delirio se hizo presente
Gracias!🙏🏻
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Muy bien traído Sol, efectivamente el delirio está a la orden del día. Gracias por leerme.
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