En su jardín

Cuantas veces nos liamos con explicaciones confusas, innecesarias y problemáticas. Eso es lo que le ha pasado al Cardenal Fernández enredando con títulos de la Virgen.

Ignoro su origen, pero ¿quién no conoce la expresión popular “meterse en un jardín” refiriéndose a alguien que se embarulla en una situación o discurso tan complicado como prescindible? Viene al caso porque sirve para describir el lío innecesario en el que se ha metido el Cardenal Fernández, Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, con su Nota Doctrinal “Mater Populi Fidelis”, publicada el pasado  4 de noviembre. Embrollo en el que de paso ha metido al papa y a los fieles católicos.

Según afirma el Cardenal, la Nota busca aclarar dudas sobre algunos títulos marianos, particularmente los de “María Corredentora” y “María Mediadora”, para evitar confusiones sin renunciar a la identidad católica y, a la par, efectuar un esfuerzo ecuménico. Hasta aquí, siendo biempensante, cabría creer en la bondad de la intención aunque no guste la conclusión: evitar el uso de los citados títulos.

No obstante, dejando aparte análisis teológicos que me superan y doctas opiniones expuestas en uno y otro sentido, cuando me surgieron  reticencias fue al constatar tres aspectos de la Nota; el lenguaje empleado, su extensión y complejidad y su confuso objetivo. De entrada resulta llamativo que, en texto tan prolijo dirigido principalmente a católicos, apenas figuren los términos “católico” y “católica” y  sí, profusamente, el vocablo “cristiano”, lo cual supongo va en la línea de su justificación ecumenista.

Será un detalle, pero no deja de ser sintomático. Y si le añadimos que el texto no rezuma sencillez expositiva el lenguaje empleado pasa a ser significativo. Como muestra véase el utilizado para justificar sintéticamente la negativa al uso de los dos títulos marianos; “porque no favorecen una contemplación adecuada de la armonía del mensaje cristiano en su conjunto.” Su lenguaje críptico más que esclarecer suscita  interrogantes; ¿qué debemos entender por “mensaje cristiano en su conjunto” o, por su “adecuada armonía”?

Por otra parte, para clarificar con sencillez que la Virgen y Cristo no son equiparables, que el único Redentor es Cristo, y explicar el papel colaborativo y subordinado de la Virgen en la historia de la salvación, no hacen falta 26 páginas. Lo mismo cabe decir de la función mediadora de María. Para recordar a los católicos que Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres y que la mediación mariana ni es equiparable ni la sustituye, tampoco se precisan más de 13.000 palabras y 197 citas. Si a estas alturas algún católico mínimamente formado desconoce estas verdades dudo mucho que la enrevesada pedagogía de su eminencia se las revele.

Tampoco justifica la Nota sospechar que aquellos católicos que se acercan a la Virgen rogando su colaboración y mediación confunden su veneración con la adoración reservada exclusivamente al Santísimo. Si como figura en la Biblia, secularmente se ha enseñado y reconoce la Nota, todos estamos llamados a ser colaboradores y mediadores en nuestra salvación y en la de otros, cómo no va a ser colaboradora y mediadora la Madre de Cristo y madre nuestra.

Por las reacciones habidas, parece que a muchos católicos, entre ellos doctos teólogos, la Nota, más que aclarar, les ha generado confusión e inquietud por el abajamiento que conlleva de la figura de la Virgen. Reacción previsible que además en nada contribuye al objetivo ecuménico, pues desvestir a un santo para vestir a otro nunca es buena fórmula para superar diferencias. Un dialogo sincero no puede basarse en desarropar rasgos e identidad propios, como es el caso de la devoción popular a la Virgen, sino en su reconocimiento. De ahí que a muchos creyentes la Nota les haya provocado desafección.

Como dijo Newton, “La verdad siempre se halla en la simplicidad y no en la multiplicidad y confusión de las cosas”. Por ello, cuando para aclarar algo se recurre a un lenguaje enrevesado y a elaboradas explicaciones lleva a pensar que, o bien el maestro está confuso, o que su objetivo es distinto al aparentado. Descartando que el Cardenal sea bobo y teniendo en cuenta sus controvertidos antecedentes – declaración Fiducia Suplicans sobre bendiciones a parejas del mismo sexo-, me inclino a pensar que la Nota responde a esa equívoca visión ecumenista inclusiva tan mundana basada en atenuar, cuando no diluir, rasgos identitarios católicos.

En mi caso, como no ejerzo de católico reformado y sí venero a la Virgen, seguiré confiando en su poder de colaboración y mediación en mi peregrinar hacia la salvación rezando el Ave María o la Salve. De paso le pediré que interceda ante Cristo por las intenciones del papa, la unidad de la Iglesia y para que ayude al cardenal a salir de su jardín.

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