Energía lamarckiana

No es infrecuente que los primeros pasos de avances notables pasen inadvertidos. El pasado viernes tuvo lugar en Madrid un evento que, si bien pasó desapercibido para el público, alumbra una gran transformación energética urbana. 

En el siglo XIX el naturalista francés Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829) formuló una novedosa teoría de la evolución. Propuso que la variedad de seres vivos se debía a su capacidad para adaptarse al medio. Cuando el entorno cambia generando nuevas necesidades los organismos se adaptan produciéndose en ellos modificaciones hereditarias. Así nació la teoría de la herencia de los caracteres adquiridos que, llegando a ser muy influyente, sería más tarde refutada por la genética.

No obstante, aunque el lamarckismo resultase invalidado, su idea de que la función crea el órgano y la necesidad la función se manifiesta en muchos ámbitos, entre ellos en el campo urbanístico. Cuales organismo vivos, la conformación y evolución de las ciudades obedece en gran medida a tener que cumplir nuevas funciones para satisfacer nuevas necesidades. A modo ilustrativo tomemos el caso de uno de sus elementos tan aparentemente banales como esenciales; las aceras.

En la antigüedad ya existían calles con espacios para viandantes elevados sobre un bordillo para separarlos del resto del tráfico. Aunque con el tiempo llegarían a desaparecer obligando a personas, carros y animales a circular juntos, los problemas generados llevarían a su resurgimiento a finales del siglo XVIII. Hoy no imaginamos una ciudad sin aceras. Ahora bien, su condición de elemento fundamental del equipamiento urbano ya no se debe exclusivamente a su función primigenia, se han adaptado para cumplir otras muchas funciones que permiten satisfacer otras tantas necesidades ciudadanas.

Igual ha sucedido con otros elementos urbanos como es el caso de las infraestructuras cuyo diseño y funcionalidad responde a necesidades concretas. De ellas, de sus nuevas funciones potenciales y de las transformaciones urbanas que generarán, trató el evento al que me refería al principio. Pero vayamos por partes.

Hace trece años, ejerciendo de coordinador de movilidad y sostenibilidad del Ayuntamiento de Madrid, inspirado por el aire caliente que salía de un rejilla del metro y por la idea lamarckiana, caí en que las infraestructuras subterráneas encerraban un extraordinario potencial energético térmico y eléctrico desaprovechado. Logrando que túneles, aparcamientos, sistemas de saneamiento o de transporte como el metro o ferrocarril, incorporasen esta nueva función, cabría contribuir a atender la necesidad de dotar a la ciudad de energía limpia, renovable y próxima.

Con esta visión y con el respaldo del Ayuntamiento, impulsé la creación en 2014 de una plataforma público – privada, la asociación Madrid Subterra, para dar a conocer este potencial energético, atrayendo talento, investigando y promoviendo proyectos para explotarlo. Tratándose de grandes infraestructuras con funciones muy consolidadas, añadirles la de ser fuentes de energía renovable era todo un reto. Las resistencias, inercias y dificultades halladas en el camino así lo han demostrado. Precisamente por ello y por el nuevo horizonte energético urbano que abre es por lo que el evento mencionado merece ser destacado y divulgado.

Auspiciado por Madrid Subterra con la colaboración y participación del Ayuntamiento así como de profesionales de tres socios de la asociación, Metro de Madrid, la Universidad Politécnica de Madrid y la demarcación madrileña del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, se presentó la termoactivación del túnel que permitirá el soterramiento de la A-5 de Madrid.

Si soterrar 3,5 km de autovía es de por sí un gran proyecto transformador del Ayuntamiento que mejorará la movilidad y el entorno creando el Paseo Verde del Suroeste, haber apostado por termoactivar el túnel lo convierte en una iniciativa pionera y alentadora. Con esta nueva función el túnel además de infraestructura para la movilidad se convertirá en fuente de energía renovable canalizando energía geotérmica para climatizar edificios en superficie.

Como señale al principio, los primeros pasos de importantes avances no pocas veces pasan desapercibidos, y este ha sido el caso del evento de presentación de la termoactivación del túnel de la A-5. Un proyecto que significa mucho más que hacer realidad la visión de Madrid Subterra; supone abrir la puerta para que en Madrid y otras ciudades el aprovechamiento de la energía lamarckiana se expanda y su poder transformador haga más eficientes y habitables las ciudades.

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