De belenes y lecciones

Las tradiciones tienen sentido si conservan la esencia que las alentó, de lo contrario enmudecen como campanas sin badajo quedando reducidas a huecas representaciones.

Viendo a mis nietos ir aproximando a los Reyes Magos al pesebre a medida que se acercaba la fiesta de la Epifanía me ha inspirado estas líneas. También ha influido el pequeño recuerdo que, junto a su precioso belén habitual, han montado los franciscanos de San Fermín de los Navarros para conmemorar que esta Navidad se han cumplido ocho siglos desde que san Francisco de Asís (1182 – 1226) recreó el primer nacimiento.

Sucedió en el año 1223 cuando, retornando el santo a Asís desde Roma donde había recibido del Papa Honorio III la confirmación de la Regla Franciscana, estando próxima la Navidad quiso celebrarla de manera particular. Haciendo un alto en la localidad de Greccio, evocándole aquel paisaje al que había visto en Belén en su viaje a Tierra Santa, pidió a un noble del lugar que en una cueva cercana preparase un pesebre con heno y llevase un buey y un asno.

Su intención, según san Buenaventura, coetáneo y biógrafo del santo, era “exaltar la devoción de los fieles” pudiendo ver de alguna manera la sencillez con la que vino al mundo el Mesías. Un deseo que se inscribía en los movimientos surgidos en la época que postulaban valores de austeridad y humildad frente al auge del apego social al dinero y la opulencia que también se hacía patente en la Iglesia. A la vanguardia de esta “revolución” destacarían las órdenes mendicantes fundadas por san Francisco de Asís en 1209 y santo Domingo de Guzmán en 1216, cuyos rasgos comunes serían abajar la nobleza material y enaltecer la nobleza de la pobreza y la humildad. A tal extremo practicaría Francisco su carismática austeridad que sería conocido como il poverello d’Assisi.

El 24 de diciembre llegaron a Greccio frailes de distintos lugares y gentes de toda la comarca trayendo flores y antorchas para iluminar aquella noche santa. San Francisco asistió como diácono, predicó y un sacerdote celebró una misa solemne ante el nacimiento. En aquella ocasión no hubo figuras; el belén fue realizado y vivido por los asistentes. La idea cuajó y los belenes, cada vez más ricos en elementos y figuras propias de la vida cotidiana del Belén donde nació el Niño Jesús y de la simbología de la Natividad, fueron extendiéndose por toda la cristiandad inspirando las artes y convirtiéndose en una de las tradiciones más arraigadas de esta festividad

Hoy, cuando el materialismo reina tanto o más como en tiempos del “pobrecillo de Asís”, el espíritu que le llevó a recrear el belén cobra toda su vigencia pues en los belenes reina lo trascendente; la sencillez recibe honor, la pobreza es ensalzada y la humildad se valora. Por ello vivir cada año, primero con los hijos y luego con los nietos, la colocación del nacimiento es un privilegio y una  oportunidad para compartir con ellos mucho más que una alegre tradición. Porque el belén, tal y como fue concebido por san Francisco, nos ofrece valiosas lecciones de humildad y amor genuino.

Si poner el nacimiento es tradición artística que retorna a los mayores a la niñez, alegra a los niños y ayuda a rememorar una historia extraordinaria que transformó el mundo, contemplarlo permite aprender y recordar que la Navidad es mucho más que festejos y regalos; enseña con didáctica sencillez los valores que nos trajo Aquel que se abajó por amor haciéndose hombre en un pesebre para acercarse a cada ser humano y salvarlo a fin de que también nosotros podamos unirnos a Él.

Acabadas las fiestas, cuando toque ir desmontando el nacimiento, a medida que vamos guardando elementos y figuras, también es buen momento para reflexionar. Para pensar si hemos aprovechado la ocasión para recibir y compartir las lecciones que quiso dejarnos el gran maestro san Francisco de Asís o, si, simplemente es un adorno navideño más que retiramos.  Por lo mucho y bueno que aporta, confío que esta preciosa tradición no sólo no se diluya sino que allí donde haya perdido su esencia o caído en desuso, renazca con todas las lecciones que entraña.

Deja un comentario