De la verdad completa

La peor versión de la mentira, la verdad a medias, se contrarresta afrontando la ignorancia y el olvido sin ambages; recordando y defendiendo verdades completas.

Si en algo han mostrado habilidad las izquierdas ha sido en aparentar lo que no son. Expertos en camuflarse, no han parado en barras a la hora de mimetizarse con su entorno según lo que la situación exigiese para sacar ventaja. Tanto han abusado del transformismo oportunista que incluso muchos de sus más viejos líderes ya no se reconocen en la nueva izquierda. Ese conglomerado de siglas que ahora llaman bloque progresista en el que cohabitan en el engaño mutuo desde marxistas leninistas hasta lo más rancio del capitalismo burgués nacionalista. Unidos todos por un mismo objetivo, el control del poder, y una idéntica vía para conservarlo; retorcer la historia y la verdad.

Con esta estrategia, entre las muchas falacias que han logrado imponer en una parte muy importante de la población ha sido la de hacerse pasar por los únicos y genuinos defensores de la paz y el bien social. Con tanta soltura como descaro no han cejado en patrimonializar todas las banderas sociales que en cada coyuntura les resultasen útiles a sus fines, recreándolas a su medida y eludiendo cuando no desacreditando o silenciando las no convenientes. A la par, su falseado relato de la historia, les ha permitido erigirse ante muchos como adalides de la democracia. Manejando medias verdades, primero consiguieron imponer su concepto de progreso para seguidamente instituirse en sus protectores frente a quienes quieren destruirlo; sus adversarios conservadores presentados como peligrosos enemigos del progreso.

Con estos antecedentes, pensar que estrategia tan torcida se puede vencer con las mismas armas o asumiendo sus principios es craso error. La mentira sólo se combate con la verdad. No sometiéndose a términos de referencia falsos y negándose a entrar a su juego intentando demostrar que no se es tan peligroso como dicen. Se trata sencillamente de exponer y no ocultar los hechos tal y como son, sin exageraciones pero tampoco sin tibiezas para evitar ofender. Vana actitud pues el mentiroso siempre se ofenderá por liviana que sea la crítica.   

Para revertir verdades a medias hay que confrontarlas con verdades completas. Y dado el grado de implantación de falacias sembradas y abonadas durante largo tiempo en tantos ámbitos, no cabe dejar escapar ninguna ocasión ni medio para hacerlo. Cada vez que ante una verdad a medias se calla, se disimula o no se desarma con la verdad completa se está consolidando la mentira y afianzando al mentiroso.  Porque el elemento más tóxico de las verdades a medias es precisamente su dosis de falsedad. Se presenta algo creíble haciendo pensar que el resto de lo expuesto es verdadero. Por ello el silencio o la respuesta tibia que no desenmascara la parte falsa contribuye al fraude llevando a creer a las personas engañadas que la parte creíble es una verdad absoluta.

Concluyendo, como señalaba que no se debe perder ninguna ocasión para reivindicar verdades completas, aprovecharé la ocasión que brinda el calendario para recordar a  un hombre cuya vida y obra evidencia las verdades a medias que encierra una de las banderas más emblemáticas de la izquierda. Me refiero a la emancipación de la mujer cuyos avances no sólo se atribuyen sino que alardean haberlos propiciado combatiendo a los mayores enemigos de la liberación femenina; el mundo conservador y en particular el religioso. Pues bien, para quien quiera tener una visión más completa de la verdad, entre la legión de referentes a los que pueden acercarse, por ser hoy día de su festividad le invito a hacerlo a la figura de San Pedro Poveda, canonizado en Madrid el año 2003.  

Nacido en Linares, Jaén, en 1874, en una España que prestaba escasísima atención tanto a los más necesitados como a la promoción cultural y social de la mujer, desde muy joven Pedro Poveda consagró a ello su vida. Su mayor legado, la “Institución Teresiana” extendida por más de treinta países da testimonio de la gran aportación de este sacerdote, escritor y pedagogo a la emancipación de la mujer a través de la educación promoviendo su ascenso profesional sin renunciar a su fe cristiana. Entre otras muchas obras en el ámbito de la extensión cultural femenina crearía la primera residencia universitaria para mujeres en 1914. Tan notable fue su labor, tan comprometido estaba con su condición de ministro de Cristo en la transformación social por medio de la cultura y la educación, que acabó representando un peligro. Así cuando arreció la persecución de izquierdas contra la Iglesia Católica, Pedro Poveda fue buscado expresamente para ser fusilado en la madrugada del 28 de julio.

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