«Corazón de padre»

Dice el proverbio:“Un arbol que cae hace más ruido que un bosque creciendo”. Hoy  quiero agradecer a quienes nos han ofrecido poder escuchar y ver como crece un bosque muy especial entre tanto ruido de árboles cayendo.

En tiempos de zozobra, tensión y prueba, surgen luces que ponen el foco en realidades  que, soliendo ser obviadas, encierran un gran valor esperanzador y tejen silenciosas páginas de la historia humana. Esta semana he tenido la fortuna de contemplar en el cine una de esas realidades extraordinarias. Desde aquí mi agradecimiento a quienes le han dado visibilidad, a la luz de la pantalla, por su brillante audacia.

“Corazón de padre”, película documental dirigida por Andrés Garrigó, con guión de Josep María Anglés, de Goya Producciones, es un viaje  de descubrimiento de un singular personaje histórico; José de Nazaret. Así expuesto, cabría pensar que, tratándose de un relato más de san José, no merece tanta atención, pero la ambición de la obra va más allá de la narración de la vida de un personaje en sí misma excepcional. Lo relevante es lo que sus autores quieren sacar a la luz; la desconocida y  extraordinaria presencia del silencioso santo en el mundo de hoy.

Basado en datos históricos, testimonios, milagros, crencias, devociones y fiestas populares, el documental lleva a los espectadores a diversos lugares del mundo, muchos poco conocidos para la mayoría, desvelando cómo san José sigue estando muy presente  en las vidas y obras de millones de seres humanos. Quien pensase que el humilde carpintero de Nazaret había quedado sólo para adornar belenes, viendo esta película, sea o no creyente, comprobará cuan equivocado estaba.

Sin duda las casualidades existen, pero cuando se suceden hechos que marcan una tendencia lo inteligente es prestarles atención. Viendo los hechos que nos muestra la película cabe preguntarse ¿qué tiene este discreto personaje para que dos mil años después goce cada día de más devotos seguidores? Atribuirlo a la crédula estupidez humana ofende a la razón. Creer que sólo un cierto perfil de gentes pide su intercesión también es craso error. La diversidad social y cultural de sus devotos, su número creciente y persistencia a lo largo de la historia señalan lo contrario. Que la voz de José de Nazaret no se oiga en los evangelios y se le mencione en ocasiones contadas, tampoco parece inducir su reconocimiento. Pero los pocos datos que ofrecen son suficientes para entender qué tipo de hombre fue y cuáles sus méritos para que en el siglo XXI siga siendo tan popular. 

Que a Jesús los evangelistas le llamen “el hijo de José” ya es título suficiente para reconocer su relevancia y creer que tenga poder de intercesión ante su Hijo. Pero, además, paternidad tan singular conlleva que san José goce de otras muchas cualidades que justifican el número y diversidad de sus admiradores. Siendo de linaje real ejerció de humilde carpintero. Hombre justo, tuvo la valentía de no repudiar a María y asumir la paternidad legal de Jesús en un entorno muy rigorista. Maestro de la obediencia silenciosa, su fidelidad le llevó a abandonar su hogar, ser un sintecho, sufrir persecución del poder y tener que emigrar. Esforzado y cumplidor, mantuvo unida a su familia, auxiliando y protegiendo a su esposa e Hijo, no apartándose de su lado, siguiendo sus pasos y dejándole cumplir su misión, haciendo todo ello discretamente, en segundo plano. No es extraño que san José sea admirado, más aún que tantos descubran en tan silenciosa y reservada figura central de la salvación que, no por ser humilde y ocupar las últimas filas, dejas de ser importante, único e irremplazable a los ojos de Dios.

Y si tanta devoción no es algo casual, tampoco creo que “Corazón de Padre” sea una pieza suelta; más bien pienso forma parte de una poderosa corriente que cobra fuerza con el tiempo. Porque si bien san José siempre ha ocupado lugar destacado en la historia de la Iglesia, su humilde figura ha ido evidenciándose cada vez más si cabe desde mediados del siglo XIX, creciendo su devoción a medida que aumentaban las hostilidades contra la fe, la Iglesia, el matrimonio y la paternidad. Que “Corazón de padre” tome el título de la carta apostólica publicada el año 2020 por el Papa Francisco con motivo del 150 aniversario de la proclamación de san José “Patrono de la Iglesia Universal”, no es casual, como tampoco que su emisión se haya producido al poco de concluir el año 2021, dedicado a San José por el romano pontífice.

Cuando la fe parece enfriarse en muchas almas y el poder de la oscuridad se acrecienta, san José se hace silenciosamente presente, incluso en los cines, para guiarnos como buen padre entre las tinieblas y dificultades hasta la luz de su Hijo.

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