Venta agresiva

-Sí ¿dígame? -¿Quiere dos móviles gratis? -Pues mire usted ahora mismo no. -¡Pero si no ha oído usted la oferta! -Ya, es que tampoco me interesa escuchar la oferta. Gracias. El vendedor impertérrito suelta una parrafada de su producto. -Mire le reitero que no me interesa. Vuelve a la carga. -Oiga le voy a colgar.  -Haga lo que quiera yo estoy haciendo mi trabajo. Cuelgo.

Si hay un mantra irritante cuando criticas hechos censurable es ese de: siempre fue así. Falso, cada tiempo tiene sus tachas y si bien algunas pueden asemejarse, otras no. Charlatanes, mercachifles y persistentes vendedores a domicilio ha habido toda la vida, pero la agresividad comercial de hoy no tiene parangón. Ha invadido todas las esferas. Da igual que pretendan colocarte un seguro, un teléfono o un contrato de energía, lo importante es vender, lograr ganancias a corto, instando compras reactivas e impulsivas.

La técnica del aquí te pillo aquí te mato aplicada a la venta nada tiene de nuevo; cliente ávido, ingenuo o de buena fe es percibido como presa fácil por comerciante astuto que, tras operación envolvente, en un abrir y cerrar de ojos le endosa un producto que no tenía intención de adquirir. Lo novedoso es que las características del mercado y los medios disponibles han propiciado la proliferación de tan perniciosa práctica hasta convertirla en una fórmula cotidiana aplicada masivamente. Para más inri, resulta que los amos de la pista son grandes compañías. Sí, muchas de las mismas que se esmeran en proyectar una imagen de sostenibilidad y responsabilidad jactándose de poner en el centro de su acción a las personas.

Que el mercado se está convirtiendo en una jungla resulta obvio. Lo que a priori debería ser una ventaja, la diversidad de oferta, está pasando a ser un quebradero de cabeza para el consumidor y una oportunidad de negocio fácil para el vendedor oportunista. Cada vez son más los sectores en los que la variedad y disparidad de tarifas, gamas y fórmulas de contratación es tal y tan cambiante, que acertar resulta una lotería. Si a ello le añadimos lo que los expertos llaman “estrategia promocional monetaria” que no es otra cosa que la venta agresiva basada en rebajas de precios, no es de extrañar que hayan surgido todo tipo de herramientas para comparar las mil y una ofertas que se nos brindan a diario.

Claro está que este gigantesco zoco no hubiese podido existir sin haberse destinado ingentes recursos a promover la adicción a un consumismo voraz y a la continua implantación de los más variados medios y técnicas para captar a potenciales clientes. Desde las viejas rebajas, que antaño tenían su espacio y tiempo, hoy convertidas en una suerte de subasta permanente, pasando por los cupones promocionales, los anuncios display, esos que emergen persistentemente en cualquier medio digital y no hay manera de quitar, hasta los mensajes Spam, tan ilegales como recurrentes o los impedimentos para darte de baja, todo vale si de lo que se trata es de vender a cualquier precio o mantener cautivo a un cliente.

Pero entre tanta trampa hay una técnica especialmente insoportable. Le llaman telemarketing y el asalto se produce desde un call center. Para empezar, en una sociedad supuestamente muy celosa de la intimidad, estas compañías disponen, sin recato alguno, de datos que les deberían ser ajenos; no es infrecuente que además de tu número de teléfono conozcan la marca que usas o el servicio que tienes contratado. Además, salvo honrosas excepciones, las empresas que utilizan esta técnica han perdido todo respeto por sus víctimas. No dan tregua, da igual la hora del día, son insistentes hasta el hartazgo, no pocas veces insolentes exigiendo que les atiendas y aun más que les expliques porqué rechazas su oferta. Para colmo en muchas ocasiones confunden la agresividad comercial con la grosería y rara vez dicen toda la verdad.

No sé en qué escuelas enseñan estas técnicas de acoso ni quiénes son los siniestros ejecutivos que promueven prácticas tan ruines, sólo espero que todo ello se les vuelva en contra.

4 comentarios sobre “Venta agresiva

  1. ¡Qué razón tienes Javier! Hemos llegado al absurdo en los que una madre no puede ni cambiar la cita del oftalmólogo de su hijo, y luego pueden bombardearnos con llamadas y mensajes de todo tipo en los que la confidencialidad se la comió un burro

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