Madrid a la vanguardia de la energía reciclada

Londres 10 de enero de 1863, la Metroplitan Railway inaugura la primera línea de metro del mundo. Con seis kilómetros de longitud y vagones de madera iluminados con gas remolcados por humeantes locomotoras de vapor, nacía un sistema masivo de transporte que revolucionaría la movilidad urbana.

Madrid 17 de octubre de 1919, la Compañía Metropolitana Alfonso XIII pone en marcha la primera línea de metro de España: 8 estaciones y 4 kilómetros entre Cuatro Caminos y Sol. Desde 1892 ya se habían presentado proyectos pero por desconfianza  y la apuesta por «inversiones menos arriesgadas» quedaron en vía muerta. Las mismas razones amenazaron el proyecto de 1919 llevando al Rey a aportar 1 millón de pesetas para dar credibilidad a la iniciativa y confianza a los  inversores.

Londres, 5 de marzo de 2020, el distrito de Islington y Transport for London, inauguran «Bunhill 2 Energy Centre«: una instalación que captura el calor residual del metro reciclándolo para suministrar energía limpia y renovable a la central de distribución de calor que abastece 1.350 viviendas, un colegio y dos centros de ocio.  Considerado el primero en su categoría en el mundo, «Bunhill 2» ayudará a Islington a reducir su factura energética, sus emisiones de carbono, la contaminación del aire y el efecto «isla de calor» de la ciudad.

Un gran ventilador extrae el calor de los túneles del metro con el que se calienta agua que es bombeada a los edificios del distrito a través de una red de conductos subterráneos de 1,5 Km. Siendo el sistema reversible puede contribuir a refrigerar los túneles en verano. La tecnología de gas y calor combinada también genera electricidad más barata y más verde para alimentar ascensores e iluminación del propio metro. Así la centenaria Northern Line, la línea profunda de metro más antigua del mundo, contribuirá a calentar viviendas y equipamientos del siglo XXI con energía limpia reciclada.

A diferencia de lo sucedido con el metro, en esta ocasión Madrid no tardará 56 años en reciclar el calor residual de los túneles del metro para su aprovechamiento como energía sostenible. De hecho, Madrid quiso situarse a la vanguardia en este campo cuando el 25 de junio de 2014 el Ayuntamiento aprobó la constitución de la asociación público privada «Madrid Subterra» para impulsar la exploración y explotación de las energías residuales de las infraestructuras del subsuelo urbano en beneficio de la ciudad.

En los siete años transcurridos, «Madrid Subterra» ha logrado avances relevantes en los ámbitos de la difusión, concienciación y generación de conocimiento en este campo inédito, impulsando iniciativas innovadoras. Proyectos que, poco a poco, van consolidando su visión de que la ciudad cuenta con un extraordinario potencial de energía limpia en su subsuelo que sólo requiere ser captada reciclando las energías residuales de sus infraestructuras. Pero probablemente el avance más importante ha sido lograr que la Ley de Cambio Climático y Transición Energética reconozca, por primera vez en España, que las infraestructuras del subsuelo urbano son una fuente de energía renovable y que las  energías residuales generadas en las mismas no deben verterse a la atmósfera sino aprovecharse para su propio abastecimiento y el de edificaciones en superficie. (Art. 21 de la Ley).

Este hito, no es un paso más. Si la puesta en marcha de la primera línea de metro marcó un antes y un después en el diseño de las ciudades modernas, el reconocimiento legal de las infraestructuras del subsuelo como fuentes de energía renovable supone un cambio de paradigma en su concepción, construcción, gestión y explotación. Implica que a infraestructuras como las de Metro de Madrid, Madrid Calle 30 o Canal de Isabel II, además del servicio esencial que prestan a la ciudad se les reconoce un nuevo y extraordinario valor añadido. Un valor ya no sólo intuido, que requerirá ser debidamente encauzado, cuyo rendimiento se vislumbra muy elevado. Según estimaciones difundidas por The Greater London Authority (GLA) con ocasión de la inauguración de «Bunhill2«, existe suficiente calor residual en Londres, que ahora se tira, para cubrir el 38% de la demanda de calefacción de la ciudad.

Que, la visión de este novedoso paradigma de infraestructuras energéticas vaya consolidándose, permite que Madrid, para aprovechar el potencial de su propia energía residual verde, esté abriendo un nuevo campo a la innovación con proyectos generadores de inversión y empleo.

El respaldo dado por la Presidenta de la Comunidad de Madrid al reciclado de la energía residual del subsuelo en la COP25 de Cambio Climático y el apoyo del Ayuntamiento a esta visión, reiterado por el Alcalde al inaugurar el pasado año el V Congreso Internacional Madrid Subterra, junto a la perseverancia del resto de los socios públicos y privados, augura un futuro muy esperanzador. Pronto, a no mucho tardar, cuando sean una realidad proyectos, hoy en estudio, de termoactivación de túneles, se constatará que Madrid está a la vanguardia de la energía reciclada.

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