¿Qué es vivir dignamente?

A veces  las respuestas son más sencillas y están más cerca de lo que pensamos. En ocasiones las hallamos sin buscarlas.

No hace mucho volví a ver la película épica Salvar al Soldado Ryan (Spielberg, 1998). Novelando una historia real, relata las peripecias de un grupo de soldados americanos comandados por el capitán John H. Miller que, al poco del desembarco del día D, recibe la orden de encontrar al soldado James Francis Ryan desaparecido en algún lugar de Normandía. Enterado el general Marshall de que la madre del soldado recibirá el mismo día los telegramas de pésame de tres hijos fallecidos en combate, ordena localizar al cuarto hermano, James, y ser devuelto a su casa.

Entre el cansancio y la hora me quedé dormido para despertar finalizando la película, cuando el soldado Ryan, ya mayor, visita junto a su familia la tumba del capitán en Francia. Allí recuerda como Miller, moribundo, habiendo cumplido su misión, que ha costado la muerte de la mayoría de los hombres de su grupo, le dice sus últimas palabras: «James… hágase usted digno de esto… merézcalo». Y ahí, en pié ante la sepultura del capitán le pide a su mujer: «Dime que he vivido dignamente. Que soy una buena persona».

Respondernos si vivimos dignamente ni es cuestión baladí ni  tarea sencilla. Amén de lo sincero que cada cual esté dispuesto a ser con uno mismo, del grado en que se atreva a ahondar en su conciencia o de lo exigente que sea, los patrones pueden ser muy diversos. Si preguntásemos a varias personas cuales son los atributos y virtudes que definen el vivir dignamente pienso que obtendríamos respuestas varias. Seguro que habría coincidencias pero también muchos matices y, más aún, no pocas divergencias a la hora de valorar su peso y medida.

No, no es cosa fácil concretar con palabras en qué consiste vivir con dignidad o lo que comúnmente llamamos ser una buena persona. Sin embargo no deja de resultar sorprendente que, aquello que tanto nos cuesta acotar, sí seamos capaces de detectar sin tanto razonamiento. Todos, salvo los muy desafortunados, hemos conocido a buenas personas y no hemos necesitado de una guía para identificarlos. Pueden no haber triunfado en términos mundanos, destacando entre éxitos y laureles, ni haber ocupado cargos de relumbrón o amasado fortunas. De hecho la mayoría serían calificados de vulgares. Pero son poseedores de un brillo, de una dignidad vivida que nos permite identificar su bonhomía.

Gracias a la existencia de buenas personas no necesitamos de manuales para conocer lo que es vivir dignamente. Su ejemplo nos basta. Lo importante es  saber apreciarlos y tomar nota. Yo, como tantos, he tenido la oportunidad de transitar por la vida con buenas personas que me han aportado mucho. Casualmente, sin buscarlo, al poco de escuchar la petición que el soldado Ryan le hace a su mujer, asistí al funeral de un compañero y amigo. Pensando en él  no me resulta  difícil responder a la cuestión de qué es vivir dignamente.  José Carlos, un gran tipo, supo estar a la altura dejándonos una lección de cómo se vive con dignidad; legado muy apreciado en estos tiempos. Por eso me fue sencillo decirles a su mujer Chelo y a su hija María José que había sido un privilegio conocer a tan buena persona. Que en paz descanse.

5 comentarios sobre “¿Qué es vivir dignamente?

  1. Está claro que nadie es perfecto. Pero, ¿qué significa «perfecto»?. Por suerte, hay muchas «buenas personas». Todos conocemos a alguien así que, en algunos momentos de nuestra vida, nos sirven de apoyo para superar las adversidades. Yo también he perdido a un compañero de la Carrera: Antonio. Gran profesional y excelente persona (afable, sereno, comprensivo, divertido, responsable, capaz,…). Una gran pérdida. D.E.P. Muchas gracias Javier por tus reflexiones que invitan a hacer un «alto en el camino» para PENSAR. Actividad muy necesaria en la situación que vivimos.

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  2. Javier, qué pena que una idea tan sugestiva como la de “una vida digna” vaya envuelta en el celofán de una película en la que el maniqueísmo no permita ninguna piedad ni dignidad para los “Ryans” del otro lado.

    Ya en la vida real, en cuanto a lo de las “buenas personas”, siempre que me cruzo con este sintagma, no puedo dejar de acordarme de Hanna Arendt y la “Banalidad del mal”, y de qué forma éste anida en la “buena gente”…

    Ahora bien, en cuanto a las personas buenas o la gente buena, gracias a Dios existen -aunque, a lo mejor, Abraham no piense que sean muy abundantes- y son lo que también podríamos llamar santos… Pero así, con minúscula y sin beatería ni caras “arrobadas”… Y hay muchos.

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    1. Querido Joaquín una alegría saber de ti. Como siempre tus comentarios inducen a pensar y a responder. Gracias por ello. Veo que el celofán como tu le llamas no te ha gustado lo más mínimo. Ya lo siento, pero no fue escogido. Como digo en el texto no fue buscado sencillamente una casualidad que en mi caminar me llevó al tema principal. Al menos en eso coincidimos en que el tema es sugestivo. En cuanto a Hanna Arendt y su “Banalidad del mal” siendo muy cierto que la semilla del mal la llevamos todos -pecado original- y la tentación no excluye a nadie -diablo- y por tanto todos somos susceptibles de caer en ella, creo que Hanna Arendt ponía más acento en la responsabilidad individual. la capacidad de cada cual de decidir -libre albedrío-. Cuando yo hablo de gente buena me refiero justamente a quienes han optado libremente por serlo. No es cuestión de ser más o menos pío ni mucho menos de beatería es asunto de lealtad con uno mismo. Y mi amigo al que dedico mis últimas líneas fue un tipo leal. Fuerte abrazo

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