Deambulando por el barrio, observando los cambios habidos desde mi infancia, pensaba en las fuerzas que los habían provocado y en las que rigen estos tiempos tan raros. Entre ellas, la importancia que tienen las pasiones humanas en los vientos de la Historia. En particular, la pasión del resentimiento que explica muchas de las ideas, tendencias y comportamientos que conforman nuestra realidad.
Con distintos matices, colores y texturas, los paisajes de la Historia tienden a repetirse. Al fin y al cabo, los seres humanos vivimos en un eterno debate entre el bien y el mal, agitado por creencias, sentimientos y pasiones. Como en un crisol, el poder, el amor, el odio, la envidia o la generosidad se funden y, según sus proporciones, marcan el devenir. En este baile sin fin parece que el resentimiento, cuya siniestra influencia se ha hecho sentir tantas veces en nuestra historia, ha rebrotado con fuerza emponzoñando el ambiente y orientando la Historia.
Para explicarme, nada mejor que recurrir a un maestro en la materia, Gregorio Marañón, tomando prestado el prólogo que escribió en París en 1941, para la segunda edición (1942) de su obra Tiberio. Historia de un resentimiento. Prólogo en el que representa, en la figura de Tiberio, la fuerza del resentimiento en la vida y en la Historia, como protagonista de un mundo que, habiendo abandonado sus referencias, no sabe a dónde va, como tantas veces ha sucedido en la historia de la humanidad.
Todo, hasta aquello tan insignificante como el correr de mi pluma, tiene un sentido providencial. Así ha de considerarse el hecho de que haya aparecido una nueva historia de Tiberio precisamente en el año en el que se iniciaba la gran revolución que, con el pretexto de una guerra, va a cambiar el mundo. Tiberio y su época representan la hora del hundimiento del mundo pagano y la aparición del mundo cristiano. Entre la caída de los dioses y la aparición de Dios, en la conciencia universal, transcurrieron muchos años de devastación peor que la que traen las guerras y las catástrofes: la devastación de las almas. Los hombres sabían que los ídolos a los que se asían en las horas de angustia habían muerto; y aún no sabían a qué nuevos poderes sobrehumanos se podrían asir. De aquí la sombría desolación de una humanidad cuyo representante patético fue el emperador Tiberio.
Después, cada vez que el suelo falla y no sabemos dónde se posará nuestro pié en el siguiente paso, volvemos los ojos a la Historia; y el ejemplo del César angustiado de resentimiento resucita.
Así ocurrió en los días finales de la Edad Media, cuando el mundo creyó oír las trompetas del Juicio Final. Y en los últimos decenios del siglo XVIII, en que se hundían tantas cosas que se creyeron inconmovibles, y se soñaba en otras que parecían dotadas de mágico poder.
Ahora, igualmente, los ideales de las generaciones pasadas, casi los de algunas generaciones que viven aún, yacen por el suelo con el vientre vacío, y no sabemos de dónde, el futuro nacerá. Acaso el dolor de hoy es más profundo que el de otras veces; porque la amargura de las últimas desilusiones -la Razón, la Ciencia, la Libertad- impregna y esteriliza todavía la tierra donde hay que sembrar la semilla nueva.
Y en el gran escenario del pasado surge otra vez Tiberio, encorvado y errante, con un mundo vacío, que es el que más pesa, sobre sus espaldas; sin saber dónde lo va a tirar.
Pero ahora también, como siempre, se anuncia la aurora, que parece nueva, y es la aurora eterna.
Nada tengo que apostillar a lo escrito por el Doctor Marañón. Únicamente añadir que, a quien quiera conocer la pasión del resentimiento, amén de una magnífica biografía de Tiberio, le recomiendo vivamente la lectura del libro. Hallará muchas claves para entender la actualidad y a muchos de sus protagonistas. Basta citar alguna: El resentido es siempre una persona sin generosidad. …un ser mal dotado para el amor; y, por lo tanto un ser de mediocre calidad moral. …si alguna vez alcanzan a ser fuertes, estalla tardíamente la venganza… …es muy típico del resentido, no sólo la incapacidad de agradecer, sino la facilidad con que transforma el favor… en combustible de su resentimiento. …al triunfar… lejos de curarse, empeora. …el triunfo es para él como una consagración solemne de que estaba justificado su resentimiento… y aumenta la vieja acritud. Ésta es otras de las razones de la violencia vengativa de los resentidos cuando alcanzan el poder: y de la enorme importancia que, en consecuencia, ha tenido esta pasión en la Historia.
Mucho me temo que la fuerza del resentimiento nunca nos abandonó del todo y aunque a veces deviene en pandemia, causando graves daños, siempre es vencida por la generosidad.

Gracias Javier! En la definición de resentido veo tantas coincidencias con los personajes que actualmente nos gobiernan…
¡¡acertadisimo !!
Un abrazo
Mercedes
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Así es Mercedes. Pero esos son los más visibles hay otros cuyas ideas han calado muy hondo en la sociedad española y mundial como la ideología de género. Igual algún día hablo de ellos. Gracias por leerme. Besos
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