La recuperación también pasa por saber aprovechar oportunidades. Sacar partido a la experiencia sobrevenida del teletrabajo, apostando por una promoción ordenada del mismo, permitiría capitalizar sus ventajas económicas y sociales a gran escala.
Como un terremoto, la crisis del Covid19 llegó acompañada de sus réplicas; sismos socioeconómicos de enorme magnitud e intensidad y efectos muy diversos. Saber afrontar estos retos, sin desatender las urgencias vitales, es esencial para mitigar la gravedad de los daños y facilitar la recuperación. Articular respuestas a medida, evitando soluciones aparentes y precipitadas, es condición sine qua non para el éxito.
Si en la primera entrada de estas «ideas para la remontada» apuntaba algunos pilares sobre los que asentar el avance hacia un futuro con esperanza, hoy me atrevo a plantear una acción concreta en ámbito tan esencial como el laboral; la promoción de Centros de Teletrabajo de Proximidad (CTPs). Partiendo de iniciativas preexistentes, se trata de añadir valor a la idea, escalando el potencial que ya han demostrado.
Entre las señas de identidad de esta crisis, la implantación masiva del teletrabajo ocupa un lugar destacado. Latente durante décadas, su expansión, impuesta por la pandemia, ha generado un nuevo paradigma laboral. Si bien la marea es coyuntural, las ventajas que ha evidenciado podrían ser encauzadas y consolidadas, contribuyendo a la recuperación, respondiendo a nuevas necesidades y viejas aspiraciones.
En este sentido, uno de los cambio positivos que puede traer la crisis es el de otorgar mayor valor a aspectos de la vida hasta ahora insuficientemente reconocidos. Pongamos el caso del espacio vital de los trabajadores en su entorno laboral. Si el distanciamiento social se ha impuesto como medida de emergencia sanitaria, no es ilógico pensar que, alguna de sus expresiones, haya llegado para quedarse. El hacinamiento, como fórmula de eficacia en el trabajo, retratado en esa imagen de «praderas» en oficinas, donde se alinean, codo con codo, centenares de personas, exige un replanteamiento. Quiero pensar que, en un próximo futuro, los ratios de superficie libre por trabajador serán incrementados. Porque, haber reducido tanto el espacio de trabajo individual en aras de menores costes y mayor rendimiento, además de evidenciar el escaso valor otorgado a la intimidad de las personas, ha resultado ser una solución no exenta de riesgos que, a la postre, resultan muy onerosos.
Si a las ventajas inherentes al teletrabajo añadimos que, la dotación de espacio de muchas oficinas, sea insuficiente para acoger a todos sus empleados, junto a la flexibilización de horarios y otras fórmulas, el trabajo a distancia será una opción en alza. Ahora bien, sería craso error pretender perpetuar los modos precarios de teletrabajo que la emergencia ha impuesto; hacer de la cocina o el dormitorio una oficina improvisada, o del cuarto de baño una sala de videoconferencias, tiene muy poco recorrido. Teletrabajar en condiciones requiere disponer de medios y espacios de los que la mayor parte de la población carece. También implica evitar el aislamiento; los teletrabajadores deben poder socializar; salir de casa, cumplir un horario y compartir un entorno laboral.
Ante este nuevo escenario cobran interés los CTPs. Centros que, a partir de la idea de los «espacios de trabajo compartido» ya existentes, puedan ofrecer respuestas más eficaces y eficientes. Sean nuevos o no, además de satisfacer necesidades de entorno laboral de calidad, los CTPs deben enfocarse no sólo para cubrir contingencias, atender la demanda de emprendedores, autónomos o pequeñas empresas, sino también para acoger empleados de grandes compañías. Además de ofrecer esta alternativa a las empresas, su incorporación permitiría aumentar la demanda, robustecer la oferta, costes más ajustados y mejorar la calidad de los servicios prestados. Ello sin mencionar las sinergias que pueden derivarse de la diversificación de los ecosistemas de trabajo.
Adicionalmente los CTPs, junto a las oportunidades estrictamente laborales, ofrecen importantes ventajas en aspectos sociales conexos muy relevantes, como la conciliación familiar y la movilidad. Plantearlos como centros «de proximidad» permitiría teletrabajar a una distancia accesible, sea a pie, bicicleta o transporte público, en un tiempo razonable. En comunidades como la de Madrid, en la que el 43% de la población trabajadora lo hace en un municipio distinto al de su residencia, los CTPs locales y de barrio contribuirían a reducir la dependencia del vehículo privado y liberarían tiempo para la conciliación familiar ahora malgastado en desplazamientos.
Si en tiempos de remontada no cabe desperdiciar oportunidades, el impulso decidido de redes de CTPs merecería ser considerado por quienes tienen capacidad para hacerlo. Impulsar iniciativas público privadas al efecto, es una opción de inversión productiva y reactivación de equipamientos y locales, generadora de puestos de trabajo, que podría rendir importantes beneficios laborales, familiares, de movilidad y ambientales entre otros.

Muy buena idea que efectivamente ayudaria en diferentes aspectos, sobre todo sociales y ambientales y que no deberia caer en saco roto si alguna mente preclara con responsabilidad como para llevarlo a cabo, tiene acceso a tu propuesta.
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Uno siembra amiga Elisa y si cae en terreno adecuado igual alguien toma nota. Mira lo que me enviaron /cincodias.elpais.com/cincodias/2020/05/04/fortunas/1588615141_872650.html
Por lo menos tengo el consuelo de saber que no digo tonterías.
Gracias por tu apoyo.
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