Mirando al futuro con esperanza: ideas para la remontada – 1

No queda otra, aún con heridas por restañar, habrá que ponerse en pié y echar a andar mirando al futuro sin miedo y con esperanza. Ideas no faltarán,  ingenio nos sobra, lo importante es compartirlas, ponerlas a trabajar y evitar repetir errores.

Mi esperanza no es vana. Los españoles somos resistentes, creativos y forjadores de grandes ilusiones y, sobre todo, apegados a lo nuestro. Que el trato con nuestra patria sea no pocas veces bronco y encontrado, y ella ejerza, en ocasiones, de madrastra, no quita para que sintamos nuestros paisajes y costumbres y no deseemos otros. Sí, porque nos queremos, tengo esperanza. Y no me engaño. La veo aflorar día a día. Nos honra ser más sentimentales y solidarios que fríos y desapegados. Y, si bien vendría, mayor equilibrio y prudencia, y menos arideces, nuestra desmesura también me genera confianza, porque esta remontada va a exigir mucho arranque. Ganas no han de faltar; en tan larga espera muchas se han agolpado. De cómo encaucemos tanta ilusión contenida, sin dejar a nadie atrás, dependerá en gran medida el éxito.

Ahora bien, lo primero, amén de dotarnos de más capacidad para doblegar la enfermedad y recuperar cierta seguridad, es sanar nuestra dignidad. El daño causado no creo requiera de muchas explicaciones. Cualquiera con dos dedos de frente, mínimamente informado, que no sea un psicópata, debería tener conciencia clara de que, nuestra dignidad, colectiva e individual, ha sufrido un desgarro enorme. Algo mal, muy mal, hemos debido hacer los españoles, cada cual en la medida de su responsabilidad, para haber llegado al punto de tratar tan inhumanamente a nuestros mayores. Mostrar público arrepentimiento, pedir perdón y conjurarnos para que no vuelva a suceder es imperativo si aspiramos a un futuro mejor. Con el mismo espíritu sanador, debemos llorar y honrar a todos los fallecidos, rindiéndoles el duelo que merecen; el que se les ha negado. Por todos ellos y sus familiares, por nosotros mismos y nuestros descendientes, necesitamos urgentemente sanar tantas almas doloridas.  No nos equivoquemos, sin contrición estas heridas no cicatrizarán. Quienes, mezquinamente, crean que podemos pasar sin ello, hierran. El luto y el perdón mutuo no es  una barrera, es un alivio. Se sangra por las heridas abiertas. Son fuente de dolor, resentimiento y odio y siempre surgen carroñeros que buscan en ellas su provecho. A la realidad me remito. Me gustaría creer que alguna magistratura, con coraje, generosidad y visión de estado, instaurará un día para la reconciliación. Nos jugamos mucho, tanto como poder construir un futuro en paz con nosotros mismos.

Pasar página, alegando pragmatismo, por conveniente que parezca, es  tentación tan miope como negligente. Remontar la cuesta del Covid 19 no es sólo cuestión de volver a subir la ladera por donde hemos caído. Se trata de hacerlo al menor coste social posible y, esta vez, con las suficientes garantías, para minimizar el riesgo de volver a caer a otro precipicio a la vuelta del camino. Ello exige ,diagnosticar, con honradez y rigor las causas y efectos de nuestra caída. Si no, difícilmente acertaremos con el tratamiento y nos limitaremos a poner parches. No es tiempo de hacerse trampas en el solitario. Rehusar evidencias, por incómodas que resulten, no exigir responsabilidades, sacudirse el polvo, negarse a  saber, es una temeridad. Justificar los daños,  en una suerte de mal global, aparte de ser de tontos como nos enseñaron de pequeños, sólo conduce a repetir errores. Debemos ser capaces de identificar nuestras debilidades para reducirlas y robustecer nuestras fortalezas, que son muchas.

Entre tanta urgencia, no es menor la de procurar mantener a flote dignamente a quienes la tormenta ha barrido del barco. Hay que salir al rescate de todos los náufragos y, cuando menos, proveerlos de salvavidas, para que, cuando les llegue la oportunidad, puedan volver a subir a bordo y echar a andar por sí mismos. Para poderte reinventar has que estar vivo y en condiciones de salir adelante por tus propios medios. No cabe resignarse a una salida tutelada, encadenada a una respiración asistida permanente,  por mucha apariencia de justicia social con la que la disfracen. Eso no es futuro, es aceptar la libertad condicional como forma de vida. Los españoles valemos y nos merecemos mucho más; ser plenamente libres. En esto nuestra ambición no debe tener límites.

El futuro, visto sin miedo, es esperanzador. En la siguiente entrada, si algún sobresalto no lo impide,  compartiré algunas ideas, más a pie de obra, para ir haciendo camino.

3 comentarios sobre “Mirando al futuro con esperanza: ideas para la remontada – 1

  1. Javier, muchas gracias por este relato ran esperanzador. Coincido totalmente contigo en la necesidad de pedir perdon y sobre todo de mostrar publicamente el duelo por todas las victimas del COVID en España. El hecho de no hacerlo me parece una deshumanizacion de tal calibre que me pregunto como se puede dormir por la noche. Es muy doloroso pensar en las condiciones en que muchos de ellos han muerto y creo que tenemos claramente una deuda con todas estas personas.

    Me gusta

Replica a Elisa Barahona Cancelar la respuesta