Días para querernos

Esta vez sí. En esta ocasión esa noticia, a la que por lejana solemos prestar poca atención, ha traspasado la pantalla de la televisión y se ha instalado en nuestro cuarto de estar. Sin darnos cuenta, una, entre tantas de esas crisis que apenas hayan hueco en los informativos, ha pasado a acaparar todas las ondas. El carrusel cotidiano de dramas foráneos que suelen servirse entre los anuncios y el deporte, se ha detenido en nuestra puerta. Ocupados en asuntos más importantes y urgentes, más de sociedad avanzada, jugando al procés, debatiendo de cuantos géneros estamos hechos y cuantas naciones somos, no nos percatamos de que había mar de leva.  Olvidamos que no vivimos en una burbuja y que, cuando hay mar de fondo, las olas, nacidas en lugares remotos, viajan lejos y con fuerza.    

Como si se tratase de un cuento de ficción hemos pasado a ser protagonistas de la historia. Lo que no sabemos es ni cuánto durará el relato ni el guión preciso del papel que nos toca interpretar. Nos dicen que la tormenta no será muy larga, que no ha mucho tardar el oleaje comenzará a amainar y que, entre tanto, debemos resistir para que la resaca cause las menores bajas posibles. Y en eso estamos, achicando agua, procurando que la sentina de nuestro sistema sanitario no se inunde y aferrándonos a cuantos cabos tengamos a mano evitando ser arrastrados por la corriente y el miedo.

Por fortuna, el combate contra el virus que hoy nos contamina no exige graves actos heroicos. Hubo tiempos, que protagonizaron padres y abuelos, en que otras luchas los demandaron; frentismos de los que no pocos persisten en el mundo. Lo que exige la crisis que nos ocupa es responsabilidad personal y colectiva; saber dar la talla, estar a la altura de lo que somos.

Cierto que las aguas también afloran falsos salvavidas, debilidades, egoísmos, detritus y oportunistas tóxicos, porque las mareas siempre levantan las tapas de las cloacas. Pero predominan los anclajes sólidos y las manos tendidas. Nuestra flota de salvamento es robusta y su marinería diestra y tenaz. En ellos debemos confiar y en todo apoyar. Ellos y los cabos que nos unen nos mantendrán erguidos. Son cabos trenzados durante siglos, que no se improvisan, que conforman ese sutil entramado en el que habitan los compatriotas. Cabos trenzados con hilos tejidos con ese precioso material que se forma caminando juntos largamente, salvando dificultades, superando retos y celebrando victorias.

La marea quebrará usos, hábitos y costumbres. Repartirá su fuerza injustamente, dejando a muchos en serias dificultades y  generando sufrimiento, mientras a otros sólo algunas incomodidades. Pondrá en evidencia la fragilidad humana y nos dará a todos un baño de humildad.  Pero a la par, nos ha hecho volver a sentir que donde hay una brizna de vida brilla la luz y que cada luminaria es esperanza para todos. Así este extraño virus  nos ha llevado a sacar del arcón nuestros lazos comunes, esos cabos de generosidad que expresan que, por encima de todo, a pesar de todo, los españoles nos queremos; a nosotros mismos y a los demás. De ese querer a nuestras familias, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, conocidos y personas sin nombre sean de la tierra que sean, nacen todos los cabos que nos mantendrán unidos y a flote. No lo dudes, estos son días para querernos.

2 comentarios sobre “Días para querernos

  1. Sin duda Javier.Pensar en los demás,no es malo.Debemos de tener una base educacional y cultural en lo personal y colectivo,lo suficiente para que este tipo de situaciones,no nos desborden.De esta manera trasladaremos y transmitiremos a nuestros semejantes,la solidaridad necesaria para afrontar entre todos el problema.Gracias a Dios,tenemos unos profesionales increibles.Nadie esta libre de chismorreos y comentarios absurdos.Lo importante es que como sociedad madura que somos, este tema lo sacamos adelante.Como muy bien apuntas,la unión hace la fuerza, y si no perdemos el tiempo en vanalidades y empezamos ya, todos de la mano, a solucionar el problema,antes de lo que algunos piensan,puede estar resuelto el problema.Para terminar se me ocurren dos palabras claves para mi,responsabilidad y solidaridad.

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