Del indigenismo al «procés»; un todo muy hispánico

Leo hace unos días que Washington DC  se ha sumado a la lista de ciudades y estados  que han cambiado la denominación de la festividad del 12 de octubre, Columbus Day, por la del «Día del Pueblo Indígena». Pues nada, bienvenidos a la fiesta.

Igual su promotor, un concejal que, casualmente, no se apellida Smith sino Grosso, se cree muy innovador. Lo que quizás no sepa es que su celo indigenista tiene muy poco de nativo. Más bien es en gran parte producto de haber abusado del destilado de una vieja pócima antiespañola y anticatólica de allende los mares. Un brebaje embotellado con la etiqueta  «leyenda negra». Criado en barricas de hace más de quinientos años con caldos, luteranos, ingleses y holandeses, afinado con un coupage de la ilustración, todo el muy franco liberal, y macerado con  complejos ibéricos, no exentos de esencias frailunas muy actuales, nada católicas y enfermizamente nacionalistas. Conservado y exaltado por una intelectualidad europea y criolla, tan rojiza como burguesa, sufriente, a miles de kilómetros de distancia, por los destinos del «buen salvaje» roussoniano, el envenenado licor finalmente ha llegado al Sr. Grosso quien, tras trasegarlo, ha visto la luz y se ha cargado «Columbus Day».  Presta así sus servicios a la fraternidad antiespañola y anticatólica  de la leyenda negra,  aunque, en esta ocasión, la coz se la ha dado a los italoamericanos a los que les está bien por apropiarse de una fecha y una gesta que no son suyas.

Lo que además se desprende de las declaraciones de este iluminado, en las que obviamente acusa a Colón de genocida y otras lindezas, es que se ha bebido la pócima hasta las heces.  Razón por la cual, aparte de odiar a quien nunca puso pié en tierra norteamericana, seguro celebra, con mucho entusiasmo, el Día de Acción de Gracias. Festividad, eso sí muy local e indigenista. Promovida por Enrique VIII, en tiempos de la reforma anglicana para sustituir a festividades católicas, sería llevada a Nueva Inglaterra por los colonos británicos del Mayflower. Unos tipos, puritanos ellos, muy abiertos, cuyos descendientes, ya sabemos, dieron un ejemplo al mundo de cómo se colonizan territorios de manera pacífica, respetando los derechos de los nativos, de los que creo quedan un par de millones, igualito que en la América Hispana. Eso sí cuidándose de que pudiesen gozar de su cultura y tradiciones en reservas habilitadas al respecto. Un proceso, todo el, muy inclusivo.

Otro detalle, que seguro también desconoce el Sr. Grosso, es que su gesto tiene mucho más de hispano que de nativo norteamericano. Puede que le de un berrinche si lo descubre, pero le bastaría con poner la televisión y ver eso que llaman el procés. Igual comprueba que ese pulso pro nativo, que late en su indigenismo nacionalista mal entendido, no es ni novedoso ni original. A lo mejor se entera de que los indígenas de aquí, los lugareños españoles de toda la vida, le dan sopas con honda a la hora de reivindicar los derechos de los nativos oprimidos por el imperialismo español. De tanto en tanto, animados por la burguesía criolla local, se arman de culturas y tradiciones propias, o inventadas si viene al caso y, envueltos en banderas de diseño, salen en tromba a reivindicar sus derechos históricos frente a quienes consideran opresores, traidores o foráneos, es decir, todos los que no piensan como ellos, aunque sean sus parientes. Pues sepa el Sr. Grosso que si hay algún pueblo nativo en el mundo que se atribuye más  derechos históricos pendientes de satisfacer ese es el pueblo español o, mejor dicho, los pueblos de España que es una madrastra muy fecunda. En derechos históricos nadie nos gana Sr. Grosso porque somos insaciablemente reivindicativos.

Así que, bien pensado, igual el cambio de Columbus Day a «Día del Pueblo Indígena» ha sido un acierto porque, amén de corregir una apropiación indebida, de indígenas aquí sabemos los que más. Se lo debería hacer mirar Mr. Grosso.

4 comentarios sobre “Del indigenismo al «procés»; un todo muy hispánico

  1. Javier, resulta obligado aquí, recordar a Elvira Roca Barea y su análisis sobre este tema: hay que frenar y desactivar lo Hispano.
    Hiere comprobar como los WASP han conquistado el espacio hispano, pero duele más ver como han conquistado la mente de los hispanos hasta hacerles creer a ellos mismos que son inferiores.
    La verdadera derrota fue cuando los hispanos interiorizaron y asimilaron la Leyenda Negra como verdadera.
    Lo de Colón es lo de menos si lo comparamos con la incapacidad de los hispanos de recordar lo que fueron y, lo que es peor, lo que somos.
    Somos una superpotencia cultural que no es reconocida por sus propios miembros.

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