A tiros con el paisaje

Entre escribir por obligación y hacerlo por devoción la diferencia estriba en quien decide el tema. En mi caso las entradas de este blog las marcan mis paseos por calles y caminos. Así que, si ayer hablaba de Paisaje, vivencias y soledades, hoy mi deambular me ha llevado al mismo ambiente pero vagando por otras sendas.

Echando la mirada atrás constato que la naturaleza nunca me ha ofrecido una vista fea. Podrá haber sido más o menos de mi gusto pero jamás, en mis no pocas andanzas, he contemplado un paisaje desprovisto de belleza. Del mismo modo tampoco he sentido que los colores con los que se adorna el campo en cada estación desentonen. Por muchos y diferentes que puedan ser los tonos de un roquedal una pradera o un bosque, siempre combinan. En la naturaleza todo encaja a la perfección. Bueno, todo exactamente no. Porque si incorporamos las aportaciones de sus criaturas más insignes, los reyes de la creación, el panorama cambia y no pocas veces de qué manera.

Que los seres  humanos somos capaces de lo más sublime a lo más deplorable es un hecho incontestable. Probablemente uno de los escaparates donde mejor pueden apreciarse los triunfos y fracasos de la creatividad humana sean los paisajes. Allí expuestos, sin rubor alguno, se nos ofrecen desde las más bellas obras, que da gloria verlas por cuanto alegran el espíritu, hasta horribles adefesios que causan dolor y alientan los más bajos instintos. No pondré ejemplos pues todos podríamos aportar los nuestros. De los que hoy me quiero ocupar brevemente es de los feos. De los innumerables atropellos a la estética con los que nos topamos en los caminos; de las huellas que dejamos los humanos cuando nuestro lado oscuro se lía a tiros con el paisaje.

Lejos de mi la intención de abordar la titánica tarea de describir el devastador muestrario de atentados contra el paisaje. Solo pretendo alzar mi voz, sumarme modestamente a los que me han precedido en la noble causa de denunciar acciones tan desoladoras. Tampoco aspiro a comenzar una cruzada, pero quedarse callado no es una alternativa. Nunca se sabe. Hay errores, por no decir atrocidades, que han sido puestas en evidencia y evitadas. Lamentablemente otras muchas afrentas al paisaje son difícilmente subsanables o requieren de largos y complejos procesos. Pero existe una categoría de pequeñas inmundicias que bien pudieran remediarse a poca voluntad que exista. No son grandes y graves tiros al paisaje, más bien perdigonadas, pero su pequeñez no les exime de daño, máxime si lo que afean es particularmente bello. Si además proliferan en un determinado entorno el destrozo puede llegar a ser mayúsculo.

Precisamente uno de estos balines, altamente irritante, es el que ha motivado esta entrada. Se trata de algo tan nimio como un prado y un pajar. Un caso típico, corriente y moliente de pura dejadez, de falta de sensibilidad. No es que la explotación haya sido abandonada, sencillamente está descuidada y sucia. Y lo peor es que no está en un lugar oculto y desolado sino en primera línea de uno de los parajes más bellos de España. Y me diréis ¡pues vaya novedad! -Casos como ese conozco yo también-.  Efectivamente eso es lo malo, que en no pocos lugares se convive con total naturalidad con paisajes cuya belleza es cotidianamente mancillada y  degradada por pura dejadez. Lo irritante es que pueden transcurrir décadas y ninguna de tantas autoridades hace nada al respecto. Afortunadamente otros lugareños, incluso cercanos, más sensibles, más cultos y civilizados conservan sus heredades y pueblos en armonía con el entorno. Como me recordaba estos días el maestro Martínez de Pisón, se cumple aquello que decía Ortega y Gasset “… pocas cosas declaran más sutilmente la condición de un pueblo como el paisaje que acepta».

4 comentarios sobre “A tiros con el paisaje

  1. Has oído hablar del feismo gallego? Sale hasta en wikipedia: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Fe%C3%ADsmo_(arquitectura_gallega).
    Y de ello se dice entre otras cosas:
    «Las causas del feísmo, y en esto consiste su peculiaridad, no deben buscarse en la pobreza, la necesidad, o la crisis económica, sino más bien al contrario. Algunos ejemplos de feísmo son construcciones de gran costo económico. De hecho, el feísmo comenzó a extenderse con el eventual despegue industrial en Galicia durante el llamado milagro económico español.»

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  2. Pararse en la estética o falta de ella me resulta una nimiedad, teniendo en cuenta todas las tropelías que sufrimos de forma continuada,fruto de la mano, o lo que sea del hombre. Recomiendo paseo por el camino de Haces, si, el que sale de puente Portillo, en lugar de gozar de la vista del mar, sufrirás un muro vergonzante, sobretodo para el gobernante que lo permitió

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