Cambio climático urbano: Reivindicando una visión más integral del calentamiento global

Cada vez que el calor aprieta el cambio climático vuelve a primera plana. Si sirve para acrecentar la concienciación sobre este grave problema bienvenidos los titulares. No obstante, la focalización de las causas de las olas de calor en el cambio climático y los gases de efecto invernadero (GEIs) que lo provocan, particularmente en lo que concierne a las ciudades, no sólo es sesgado sino que tiende a enmascarar, cuando no ocultar, otras fuentes también importantes. Evidenciar este hecho, destacando el papel que juegan otras causas en el aumento de la temperatura urbana, es indispensable para avanzar en la resolución del reto. También es una oportunidad para promover la innovación en campos que, estando estrechamente vinculados al fenómeno del cambio climático, hoy en día siguen anclados en el olvido.

Un claro  ejemplo de fuentes de  contaminación atmosférica urbana que, por no estar en la órbita convencional de la lucha contra el cambio climático, han sido y siguen siendo en gran medida ignoradas, son las relativas a la contaminación térmica. Una forma de contaminación que, además de contribuir al crecimiento de la demanda energética,  acentúa en las ciudades los efectos perniciosos del calentamiento global.

A estas alturas resulta sorprendente que algo tan evidente  para cualquier ciudadano como es el calor generado y disipado a la atmósfera urbana, pase tan desapercibido y sea tan poco considerado. Llama la atención comprobar cómo una visión, aún insuficientemente integral de los efectos del cambio climático,  impide ver en toda su dimensión la importancia de afrontar la reducción de las emisiones térmicas residuales en las ciudades. Porque si el calentamiento global es el principal efecto y riesgo del cambio climático, no parece sensato que se preste tan poca atención a otras emisiones, distintas de los GEIs, que coadyuvan  sustancialmente a que la temperatura aumente particularmente en las conurbaciones donde habita la mayor parte de la población humana.

Salvo muy honrosas excepciones ya apenas se habla de ese otro fenómeno, tan bien conocido y estudiado desde hace tantos años, denominado  «isla de calor urbana». A pesar de que algunos expertos ya lo han calificado de «alto riesgo climático urbano» el calor generado por las propias ciudades no figura entre las prioridades de la acción contra el cambio climático. De hecho en la mayoría de los planes ni tan siquiera aparece aunque los datos hablan por sí solos.

Tomando el caso de España, si en los últimos 30 años la temperatura media del país ha subido 0.960 C,  la media de las ciudades ha sido del doble, en torno a 1,80 grados. Para situar este dato en contexto basta apuntar que en los últimos 50 años la temperatura media de la tierra aumento unos  0,8 grados y en los últimos 250 años  aproximadamente 1,5 grados centígrados. Así ciudades como Madrid o Barcelona han registrado incrementos del mercurio en cinco décadas, superiores a los de la tierra en un cuarto de milenio.

Estos datos evidencian algo ya conocido; las ciudades sufren un calentamiento adicional muy relevante aparejado a su crecimiento aumento de población y de actividad. De ahí que, en el marco del fenómeno global, ya se hable como caso particular del «cambio climático urbano». Un fenómeno crecientemente grave en el que si bien intervienen muchos factores, su principal fuente son las ingentes cantidades de calor residual procedente de la energía que consume la ciudad para alimentar medios de transporte, sistemas de refrigeración y calefacción, equipamientos, infraestructuras y demás máquinas y aparatos que facilitan nuestra vida cotidiana.

Hace décadas los ciudadanos más civilizados decidieron que vivir rodeados de vertederos era insalubre e inaceptable y aplicaron medidas para reducir, reciclar y recuperar los residuos. Hoy sin embargo lamentablemente seguimos utilizando la atmósfera como vertedero del calor residual que generamos diariamente, contaminando el aire y exacerbando los riesgos del calentamiento urbano y global.

Ciertamente, afrontar el problema no es sencillo como tampoco lo es reducir las emisiones de GEIs o mejorar la calidad del aire. Sin duda serán necesarias replanteamientos estructurales del modelo de ciudad del tipo descrito en mi entrada  titulada «Movilidad urbana: 30 minutos no más» aunque no pocos ya hayan tirado la toalla. Pero lo que es imprescindible es comenzar a afrontar la contaminación térmica urbana. Es del todo inaceptable  seguir ignorando el problema máxime cuando ya  hay muchas medidas que se pueden adoptar y soluciones tecnológicas y de gestión disponibles. Sólo falta voluntad y capacidad de liderazgo.

Esta necesidad de acción la viene proclamando desde hace un lustro con no pocas dificultades y escaso eco la asociación público privada Madrid Subterra. Nacida para promover la exploración y explotación del potencial energético limpio y renovable que encierra el subsuelo urbano, la asociación presta particular atención a impulsar el aprovechamiento del calor generado por las infraestructuras. Desde la convicción de las innumerables ventajas que ofrece convertir en insumo el  calor residual generado por túneles, aparcamientos, el metro, los trenes de cercanías o las aguas residuales, Madrid Subterra viene trabajando para hacer visible este potencial, hoy oculto e ignorado, y canalizar talento, inversión e innovación para ponerlo en valor. Con evitar que el calor de estas infraestructuras siga contaminando la atmósfera y mitigar  los riesgos del «cambio climático urbano» el objetivo ya estaría cumplido.

Un ejemplo de lo que sí se puede hacer lo ha planteado recientemente Madrid Subterra al presentar alegaciones al estudio de ampliación de la línea 11 del metro de Madrid, solicitando que los nuevos túneles sean termoactivos para que la energía contenida en ellos pueda aprovecharse. Se trata de una tecnología madura  que, como tantas otras, sólo requiere de la sensibilidad y la voluntad de las autoridades  para comenzar a implantarse en beneficio de todos.

2 comentarios sobre “Cambio climático urbano: Reivindicando una visión más integral del calentamiento global

  1. Muy interesante . No conocía esta tecnología que comentas. Asusta pensar qué pueden vivir nuestros nietos en las olas de calor de los próximos noventa. Las ciudades de climas cálidos , a este paso , serán inhabitables y sofocantes. Y no nos damos por enterados, la humanidad ,como siempre ,mirándose al ombligo , a la suya. 😞

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    1. Pues me temo que si no se hace algo al respecto las temperaturas extremas en las ciudades cada vez serán mayores, Hasta la fecha lo único que se nos ha ocurrido es poner más y más potente aire acondicionado y echar el calor de dentro a fuera consumiendo más energía y aumentando el calor del aire. Si hay fórmulas y tecnologías para mitigar este círculo vicioso pero parece que quien las tiene que aplicar está en alguna otra cosa con una buena climatización. Gracias por tu comentario. Abrazo

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