Fracaso

Habrá quien opine que comenzar un blog hablando de fracaso da mal fario. Incluso podría pensarse que me estoy curando en salud. Pues no, todo lo contrario porque yo no creo en lo que generalmente se entiende por fracaso. De hecho opino que deberíamos erradicar el mal uso de dicho palabro que se asemeja a un pajarraco de mal agüero.  Habría que crear una palabra para designar lo que tantas veces se califica de fracaso sin serlo. Os invito a que hagáis propuestas. Porque si hay palabras dañinas como la peste, fracaso figura entre las más letales.

Y diréis ¿a qué viene este desahogo? Pues a la sencilla razón de que tengo una larga deuda pendiente con esta palabreja, que de siempre me cayó  como un tiro, y hoy he decidido ponerla en su lugar. Para algo tengo un blog digo yo.

Detesto ese  clima demoledor que se genera cada vez que alguien pretende, osa, hacer algo, especialmente si es nuevo o diferente, cuando no se alcanza el objetivo. Rápidamente se tacha de fracaso y afloran como malas hierbas todas esas pobres almas que habitan a la sombra del palabro con su retahíla de prejuicios; “ya lo decía yo”, “qué pretendía”… Pero siendo este efecto de la palabreja hiriente, no es la peor de sus influencias.  Cuando su naturaleza maligna alcanza su apogeo es al servir de guadaña para segar aspiraciones, y esperanzas. ¿Cuántas veces  la mera idea de fracaso ha cortado de raíz sueños e ilusiones? Sirviéndose de su fiel compañero, el miedo, la perspectiva de fracaso es responsable de innumerables vidas truncadas. Me pone enfermo cada vez que oigo la frase “hijo eso no tiene salida de qué vas a vivir” cuando un muchacho o una muchacha aspira a cumplir un sueño y sus pragmáticos progenitores le auguran el fracaso y, con la mejor de las intenciones, le inducen el miedo para que tome el buen camino. El buen camino del éxito claro está.

Éxito, la otra cara de la moneda, el lado bello y atractivo que no pocas veces se torna en ruina cuando, como el fracaso, sólo sirve a sí mismo. Porque hoy en día, en esta época tan dada a envilecer lo noble y ennoblecer lo vil, éxito se ha convertido en un objetivo en sí mismo. Si no tienes éxito eres un fracasado y por tanto un paria. Eso es lo que piensa buena parte de la sociedad, esa sociedad que opina que no lograr un objetivo supone fracasar. Pues no amigos, a mi entender es todo lo contrario. A mi juicio el que intenta algo, pone ilusión, empeño y dedicación y aún así no alcanza la meta es todo menos un fracasado. Es alguien que merece todo el respeto y que en una sociedad sana debería recibir el ánimo para volver a probar.

Quien fracasa es el que no se atreve por miedo a no tener éxito, quien sobrevive amedrentado y que en vez de aspirar a más se acomoda a la mediocridad –hoy le llaman zona de confort- que inexorablemente conduce al peor de los estados, el conformismo. Pues rebajar el nivel de ambición por miedo a fracaso es como auto mutilarse, sencillamente no es vivir, recuerda al que enterró el talento.

Debemos rebelarnos contra ese miedo imperante al fracaso y proseguir con nuestras aspiraciones aún cuando nos digan que no son útiles, que no tendrán  éxito, que lo que diga la mayoría es lo acertado, pues, al fin y a la postre,  solos combatiremos nuestras batallas más importantes, las que internamente libramos cada uno, mirando  a lo más alto con esa esperanza que espanta a fracaso.

16 comentarios sobre “Fracaso

  1. Estoy plenamente de acuerdo contigo Javier no tiene porque amedrentarnos fracasar ya que de todo se aprende, no podemos pensar que sólo en el triunfo está el éxito.

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  2. Totalmente de acuerdo contigo. Si lo pensamos un poco, al final como sociedad tenemos que agradecer a tantos que sin miedo al fracaso, o venciendo ese miedo, se atreven a iniciar caminos inciertos que finalmente nos ayudan a avanzar. Y si no encuentran el éxito no es que hayan fracasado, pues nos ayudan a conocer qué camino mejor no seguir. Como decía un viejo amigo:» el mundo avanza porque los torpes ( yo añado los valientes) se lanzan». Y lo que vale a nivel general, profesional, social… Vale también a nivel particular. Muchas gracias amigo por escribir y darnos la opción de leerte y participar.

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  3. Gracias Javier por compartir con todos este blog, que seguiré con ilusión.
    Tienes toda la razón. Este terrible “palabro” crea aunténticos estragos. Debemos atrevernos, vencer el miedo y lanzarnos… Un abrazo

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  4. Javier, celebro tu bitácora y la reflexión con la que te inicias y nos inicias. Imprescindible escuchar y escucharnos en estas consideraciones sobre el fracaso, como ejercicio vital en estado puro. Hay un hilo de sabiduría en esa saludable aproximación que experimentas en torno al fracaso, esencial para recorrer el laberinto. Evocaciones de Kipling y su «If»….El inteligente se recupera de 10 y 15 de ellos, se fortalece; el que no es no se recupera de 1 «éxito».

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