En alguna ocasión me han sugerido que las redes sociales profesionales no son lugar para tratar temas ajenos a los negocios, o asuntos relacionados con la actividad económica. Respeto la opinión pero no la comparto. Aparte de que choca con la realidad, que sea así es ilógico y negativo.
Inexorablemente las ideas nacidas del ingenio humano acaban aplicándose a fines distintos de los pensados por su autor. Así es porque, a la postre, la humanidad avanza adaptando y transformando lo existente. Las redes sociales, profesionales o no, no son una excepción, más bien lo contrario. Precisamente, su peculiar naturaleza adaptativa, les hace propensas al cambio. Incluso los grupos especializados con normas estrictas y administradores celosos, perviven acomodándose a las necesidades de los miembros y a los intereses de sus custodios.
Siendo pues poco razonable pretender encorsetar un invento tan dinámico y moldeable como las redes profesionales, resulta aún más ilógico el tipo de argumento que suele esgrimirse. Por ejemplo ese tan manido de: su uso es profesional y no para tratar temas personales. Realmente sorprendente. ¿Desde cuándo la profesión no es un asunto personal? o, ¿es que los profesionales no deben comportarse como personas? Igual lo que subyace es la creencia tan arraigada de que el ámbito del trabajo cuanto más despersonalizado mejor.
Entiendo y comparto que una red profesional no se convierta en un foro de cotilleo. Pero de considerar inapropiados comentarios sobre cuestiones sociales, políticas, culturales o religiosas, no es de recibo. ¿Acaso los temas «apropiados» como la economía, la tecnología, los negocios, el marketing o el empleo, se desarrollan en una burbuja? Pretender que el mundo profesional sea ajeno al devenir de la sociedad es absurdo y un craso error. Esa visión tan extendida, en ámbitos laborales, de que, la eficiencia, pasa por centrarse en supuestos asuntos propios especializados, es muy equívoca y causa de muchos problemas y fracasos. Desincentivar el interés por los distintos aspectos que conforman la realidad más allá del entorno sectorial inmediato, es contrario al desarrollo de la persona. Supone renegar del conocimiento de variables esenciales para tomar decisiones correctas personales y laborales. Contribuir a que los profesionales tengan más y mejor juicio crítico y crezcan humanamente no sólo no les resta en su faceta profesional; aporta un indudable valor añadido a la empresa.
Afortunadamente hay cambios que llegan para bien y lo sucedido con el Covid 19 ha contribuido a evidenciar la relevancia de las interacciones entre personas, empresas y sociedad. Parece estar cobrando más peso la opinión de que sus relaciones necesitan ser más ricas y complejas, incluyendo los diversos aspectos de los seres humanos. Los enfoques puramente económicos ya no ofrecen respuestas válidas para los retos planteados. Nunca lo hicieron y la pandemia ha puesto al descubierto bruscamente muchas de sus insuficiencias e incoherencias. Buscar fórmulas alternativas pasa por analizar y debatir sobre todas estas cuestiones lo que, en definitiva, implica reflexionar sobre todo aquello que atañe a la condición humana. Por ello, que cada vez mayor número de profesionales se anime a hacerlo es bueno y necesario. Y que lo hagan en sus redes profesionales es del todo apropiado.
