Circulando por la A8 veo los anuncios de la DGT avisando de restricciones en la frontera por la Cumbre del G7 y me viene a la cabeza el rifirrafe Macron – Bolsonaro a cuento del incendio en la Amazonía. Al punto recuerdo el comentario que ayer mismo me hizo un buen amigo sobre incendios y oportunismo político sugiriéndome alguna reflexión al respecto. Si bien a vuela pluma, espero que estas breves líneas respondan a la petición.
Vaya por delante que los incendios que ocupan portadas estos días, incluidos los de Canarias, son un desastre colectivo que, cuando menos, deben servir para propiciar mayor sensibilidad hacia nuestro mal tratado medio ambiente. No deberían quedarse en noticias alarmantes para pasar al poco al olvido. Son inmensas bengalas de socorro que lanza la naturaleza a cuya ayuda debemos acudir. Cómo respondamos dará la medida de cómo somos realmente.
No ha lugar aquí ni tiempo para hablar de causas y efectos de los incendios. Aunque siendo muchas y diversas se sabe que comparten importantes elementos comunes; climatología, usos del suelo, políticas rurales o modelos de desarrollo. En suma, que los diagnósticos están básicamente hechos y las fórmulas de mitigación no son desconocidas. Lo que en gran medida falta para mitigar las causas de los incendios es convicción y voluntad. Sobra oportunismo e incoherencia.
A modo de ejemplo tomemos el caso que me han evocado los avisos de la DGT en la A8. Concediendo que el detonante del enfrentamiento Macron – Bolsonaro, (declaraciones del primero sobre la sensibilidad ambiental del segundo) tengan fundamento, se me antojan muy poco oportunas y escasamente coherentes. Acusar a alguien de falta de compromiso con la lucha frente al cambio climático no es malo si no le falta razón, pero hacerlo un señor que ha organizado la Cumbre del G7 sin miramiento alguno por su impacto en términos de emisiones de CO2 parece restarle bastante fuerza moral. O es que acaso el lugar y momento escogidos no están generando, amén de otros muchos trastornos, atascos y desvíos kilométricos con su consiguiente estela de contaminantes atmosféricos. ¿Alguien ha estimado la huella de carbono? No sé porque pero sospecho que, a la hora de decidir celebrar una cumbre de estas características en una localidad próxima a una de las principales fronteras europeas, en uno de los fines de semana de más tráfico en pleno retorno vacacional y coincidiendo con la Operación Paso del Estrecho, el ahorro energético, el cambio climático y el cambio global no han sido muy tenidos en cuenta. Mejor dicho han sido barridos a mayor gloria de la grandeur del anfitrión.
Por favor un poco más de coherencia y menos postureo.
